martes, 10 de noviembre de 2020

La Mataviejitas

 

Juana Barraza

Juana Barraza Samperio Asesina serial mexicana y luchadora profesional. Juana Dayanara Barraza Sampeiro (Epazoyucan, México; 27 de diciembre de 1957) es una deportista de lucha libre y asesina en serie mexicana, conocida popularmente como La Mataviejitas. Cometió entre 42 y 48 homicidios a mujeres de edad avanzada en el área metropolitana de la Ciudad de México desde los años 90 hasta principios del año 2006, por los que fue sentenciada a 759 años de prisión.

Biografía

Juana Barraza Samperio nació a las 8:30 horas, el viernes 27 de diciembre de 1957 en el municipio de Epazoyucan, Hidalgo, México. Sus padres fueron Trinidad Barraza Ávila y Justa Samperio, quienes nunca se casaron, viviendo en unión libre por cuatro o cinco años. Su madre era una alcohólica, quien, en una reunión con otras personas, accedió a que un hombre tuviera acceso con la menor a cambio de tres cervezas, quedando embarazada de él. Tuvo en total siete hijos. El mayor, José Enrique Lugo Barraza, fue asesinado por una pandilla en plena calle, a los veinticuatro años de edad. Con conocimientos de enfermería y supuesta adoradora de la Santa Muerte, Barraza se dedicó también en algunas ocasiones a la lucha libre (bajo el seudónimo de "La Dama del Silencio") o a la venta de palomitas de maíz afuera de la arena de lucha. Barraza se ha transformado en uno de los casos más interesantes dentro de la historia criminal en México, ya que durante muchos años se mantuvo la comisión de sus crímenes sin ser capturada, y por la semejanza de su modus operandi con el de famosos asesinos en serie de otros países, como Thierry Paulin. El primer asesinato atribuido a la Mataviejitas fue cometido a fines de los años 90, aun cuando la serie de asesinatos comenzó presuntamente el 17 de noviembre de 2003. Se ha estimado que el número total de sus víctimas es de entre 42 y 48. El 31 de marzo del 2008, el juez 67 de lo penal, con sede en Santa Martha Acatiltla le dictó sentencia de 759 años y 17 días de prisión por 17 homicidios y 12 robos cometidos en agravio de personas de edad avanzada.

Perfil

Todas las víctimas de la asesina eran ancianas (60 ó más años), quienes en su mayoría vivían solas. Sus asesinatos fueron provocados por golpes, heridas de armas punzo cortantes o estrangulación, con robos materiales a las víctimas inmediatamente después de ser asesinadas. Durante la cacería de la asesina, Bernardo Bátiz, entonces Procurador de Justicia de la Ciudad de México, había indicado que el homicida tenía «una mente brillante; era muy sagaz y cuidadoso» (creyéndose hasta ese momento que se trataba de un hombre y no de una mujer), y que cometía sus crímenes después de un corto período durante el cual se ganaba la confianza de sus víctimas. Los oficiales que investigaban el modus operandi del asesino sospecharon que el asesino se presentaba ante sus víctimas como trabajador social del gobierno, ofreciendo programas de beneficencia para personas de la tercera edad. El trauma ocasionado por la violación durante su niñez parece haber sido un factor importante para la realización de sus crímenes. En casos aislados, se encontró evidencia de abuso sexual en las víctimas. Aparentemente, Barraza asociaba a las ancianas con su madre, creyendo que ayudaba a la sociedad asesinándolas.

Investigación

En el transcurso de las actividades criminales del asesino, las autoridades policiacas fueron duramente criticadas por los medios de comunicación puesto que, todavía a finales del 2005, asumían un «sensacionalismo mediático» respecto a un asesino en serie. Asimismo, se criticó el hecho de que el asesino era buscado,tal vez inútilmente, entre las prostitutas y/o travestis de la Ciudad de México. Entonces, la policía suponía (debido a reportes de testigos) que se trataba de un hombre que se vestía de mujer para obtener el acceso a las viviendas de sus víctimas. En alguno de los casos, se reportó que se había visto a una mujer corpulenta vestida con una blusa roja. La búsqueda del asesino fue complicada debido al cúmulo de evidencias contradictorias. En un punto de la investigación, la policía conjeturó que eran dos asesinos los que podrían estar implicados. También se puso singular atención en la extraña coincidencia de que por lo menos tres de las víctimas del asesino poseían una copia de una pintura de 1888 Niño en Chaleco Rojo, del artista francés Paul Cézanne. Curiosamente, antes de la captura de la presunta asesina, las autoridades mexicanas divulgaban declaraciones de testigos que señalaban que el asesino usaba ropa de mujer para acceder a los apartamentos de las víctimas. En uno de los casos, uno de los testigos observó a una «mujer grande con una blusa roja» salir del hogar de una de las mujeres asesinadas. Ello fue interesante para los criminólogos, forenses y detectives puesto que había grandes paralelos entre el comportamiento del asesino y Thierry Paulin. Bajo ese contexto, se atribuyó al homicida (presumiblemente varón) la posibilidad de una doble personalidad. Otra observación interesante hecha por los investigadores fue la extraña coincidencia de que algunas de las víctimas eran de origen español.

Alfaro y su Detención

El 25 de enero de 2006 se arrestó a una persona sospechosa huyendo del hogar de la última de las víctimas del asesino. La víctima, Ana María de los Reyes Alfaro, de 82 años de edad, residente de la colonia Moctezuma, 1a sección en la ciudad de México, había sido estrangulada con un estetoscopio, siendo varias veces apuñalada con un cuchillo ranger militar. Para sorpresa de los mexicanos, que estaban en el entendido de que el asesino era hombre, la persona detenida fue Juana Barraza Samperio, de entonces 48 años, deportista de lucha libre. Los testigos de anteriores escenas del crimen habían descrito a una mujer de apariencia masculina (lo que había dado pie a la búsqueda inicial de un travesti). Barraza se asemejaba bastante a un modelo de arcilla que describía las características faciales del asesino: persona de cabello tupido, teñido de color rubio y rostro de facciones duras. Al ser detenida portaba un estetoscopio, formas de solicitud de pensión para ancianos y una tarjeta que la identificaba como trabajadora social. Preliminarmente, la policía de la ciudad de México no pudo detenerla antes, ya que no contaban con huellas dactilares completas que pudieran dar la identidad de la asesina. Al momento de ser capturada, la presunta asesina confesó haber asesinado a la anciana —Ana María de los Reyes Alfaro y a otras tres mujeres, pero negó estar implicada en el resto de los diez asesinatos (de entre los cuarenta que se le sospechaban) con que los fiscales la implicaban a través de huellas digitales. Comentó a los reporteros que había visitado la casa de Ana María de los Reyes Alfaro en búsqueda de trabajo como lavandera. «Ustedes sabrán por qué lo hice cuando lo lean de mi declaración ministerial» finalizó Barraza Samperio.

Juicio y veredicto

Barraza fue juzgada en la primavera del 2008, la fiscalía la acusó de 40 homicidios. Ella admitió ser culpable del asesinato de Ana María de los Reyes y declaró que su motivo para matar había sido el rencor acumulado hacia su madre. El 31 de marzo fue encontrada culpable por 16 cargos de homicidio y robo agravado, además de once cargos por otros asesinatos. Fue sentenciada a 759 años de prisión.

(Tomado de Wikipedia)

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