Rubén, era el campanero de la Iglesia de la Chiquinquirá durante más de medio siglo, está honradamente arraigado a la devoción de la Chinita. No era solamente el artífice del campanario, sino el saladillero entusiasta que tenía la responsabilidad de organizar los fuegos artificiales que le daban colorido a los festejos de la Virgen de la Chiquinquirá. En una ocasión por cierto se le quemaron en las manos varios paquetes de "truenos" y "recámaras" y sufrió tan graves lesiones, que tuvo que ser recluido durante varios días en el Hospitalito.
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